Por Brian Lee Miranda
En las vacaciones terminé de leer, ver, jugar y escuchar algunas cosas que tenía pendientes, pero un libro que destaca de esa lista es Lost at Sea de Bryan Lee O'Malley, mejor conocido hoy en día como el creador, escritor e ilustrador de Scott Pilgrim, su serie en seis libros que recomiendo a todos los que conozco. Antes de escribir estas joyitas de la literatura moderna, él trabajó en su propia novela gráfica, que tituló Lost at Sea.
Una cosa que al principio me alejó un poco de querer leer esta y Scott Pilgrim, es la presentación. Todos los libros tienen un formato demanga. Son tamaño bolsillo, de pasta suave y blanco y negro. No dejen que esto los desconcierte, ya que se leen de la manera normal, de izquierda a derecha.
Para empezar a leer Lost at Sea, tenemos que comprender primero que Scott Pilgrimno es lo mismo que Lost at Sea. Si esperas leer una historia de acción llena de comedia, referencias a videojuegos y películas de culto y peleas, entonces me temo que tendrás que apartar un poco eso a la hora de empezar con Lost at Sea, que es una historia más pequeña y más apegada a la realidad. Por esto tampoco quiero decir que sea una historia completamente seria. No, no, no. Es bastante ligera, ni muy dramatica para hacerte llorar ni muy cómica para tirarte de la silla.
La historia comienza con nuestra heroína adolescente Raleigh. Ella tiene 18 años, y al comienzo del libro ella está en un auto con otros tres chicos de su propia edad. Todos se dirigen a casa en un viaje desde California hasta Canadá. Ella no habla mucho, es muy tímida y no tiene amigos. Le aterra la interacción social. Fantasmas de cosas en su pasado la siguen acosando y un gato le robó el alma, o eso es lo que ella cree. Fue imposible para mí no enamorarme del personaje con sólo leer la contraportada del libro. Si alguna vez me sentí identificado con un personaje ficticio, nunca fue parecida a ella.
A lo largo de la historia, vamos aprendiendo mediante monólogos internos, que la razón por la que Raleigh visitó California fue para visitar a su padre, a su vez una excusa para conocer a un chico que conoció por internet. Desafortunadamente no alcanzó el tren de regreso a Canadá, y al mismo tiempo se encontró con un grupo de ex-compañeros de la escuela que por fortuna tienen un auto y también se dirigen hacia allá. El auto, y el viaje en general, dan una plataforma genial para ver dentro de los pensamientos de Raleigh, que exploran temas en la mente de un adolescente. Temas que van desde el sentimiento de soledad, relaciones humanas, sexualidad, espiritualidad y entrar en la adultez. Una historia que cabe perfecto en el género de coming of age. Casi como si la intención del autor fuera destronar a Judy Blume, en un libro para jóvenes adultos del nuevo siglo. Una especie de “¿Estás ahí Dios? Soy yo,Scott Pilgrim”.
La historia se desarrolla gradualmente hasta el punto en el que Raleigh tiene que aprender a olvidar cosas dolorosas, lidiar con gente, pero sobre todo con ella misma al descubrir que la amistad nunca ayudó a nadie, pero es bueno contar con ella. Si bien el asunto de su alma perdida parece demasiado sobrenatural, no es el caso. Eso está ahí para atormentar a Raleigh a lo largo del libro y que queda resuelto ambiguamente.
Bryan Lee O'Malley es muy bueno para dar el tono de la historia. Se lee de manera muy melancólica, y puedes sentir la soledad y angustia de Raleigh a través de las hojas. Todos podemos simpatizar con Raleigh porque todos fuimos adolescentes, así que esos mismos pensamientos pasaron por nuestra cabeza, y de cierta forma, leer Lost at Sea se siente como viajar en el tiempo.
La comparación con Scott Pilgrimes casi inevitable, y se nota cierta similaridad entre ambos trabajos. Los diálogos entre los personajes son muy característicos de Bryan Lee. A momentos se siente que podrías estar leyendo una discusión entre los miembros de Sex Bob-Omb, y hasta puedes notar prototipos de algunos personajes, como Kim Pine, Knives Chau, Stephen Stills y Wallace Wells. El ritmo del libro es un poco más lento que en Scott, y por mucho tiempo pareciera que “no está pasando nada”, pero la historia se va acelerando conforme vamos sabiendo más de Raleigh y su pasado. El estilo de arte es idéntico al de Scott, y a estas alturas se podría decir que es característico de Bryan Lee. Lo que es más digno de mención es la versatilidad del autor, para poder escribir dos géneros y ser excelente en ambos.
Fans de Scott Pilgrim se sentirán muy cómodos leyendo esta historia. Y también, si no han leído ni una ni otra, les recomiendo que empiecen a buscarlas. Sé de buenas fuentes que tienen Scott Pilgrimen Librerías Gandhi, pero creo que las tienen en español, y créanme, no las disfrutaran. Lost at Sea es un poco más difícil de encontrar, pero está ahí.
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